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Ecofeminismo: reflexiones sobre la ecología en femenino

El feminismo ecológico es un tema habitual en las discusiones inherentes al progreso ecológico desde que, en 1974, Françoise d’Eaubonne creó el término “ecofeminismo” y focalizó la atención sobre la posibilidad de que las mujeres llevaran adelante una revolución ecológica, rompiendo varios estereotipos patriarcales que resultan dañinos tanto para la emancipación femenina como para el ecosistema.

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El ecofeminismo es, a día hoy, una doctrina ética que parte de una reflexión básica fácilmente demostrable: la conexión entre opresión sexista y dominio de la naturaleza. Son muchas las estudiosas que, en las últimas décadas, se han centrado en torno al concepto de ecofeminismo, realizando trabajos de decodificación sociológica de gran interés; entre ellas destacan la antropóloga argentina Hayo Herrero y la física india Vandana Shiva, directora de la Fundación de Investigación por la Ciencia, la Tecnología y la Ecología en Nueva Delhi.

Ropa, esmaltes, maquillaje químico con blísteres de plástico, métodos de depilación no orgánicos… Todos ellos elementos y rituales cotidianos y que, además de participar en la creación de una imagen estereotipada y sexista de la mujer, son indudablemente nocivos para el ecosistema.

El punto de partida es el reconocimiento de que, como seres humanos, somos ecodependientes, esto es: dependemos de la naturaleza. Pues bien, se calcula que, cada año, una mujer consume una media de 12 productos cosméticos con 160 ingredientes diferentes; en el caso de los hombres es la mitad. Contemos además con que la cantidad de sustancias químicas que emplea la industria cosmética asciende a 8.000, muchas de las cuales se camuflan en las etiquetas bajo nombres incomprensibles. Por ejemplo, es fácil encontrar derivados del petróleo en cacaos labiales como “petrolatum”, “parafina líquida”, etc. que taponan los poros, sin dejar respirar a la piel.

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Y es así como, a través de la piel, entran en nuestra sangre sustancias nocivas que se acumulan en nuestro organismo, causando trastornos hormonales, alergias, cáncer y nuevos síndromes de hipersensibilidad química.

Pero el problema no solo reside en el uso de tóxicos, sino que también está relacionado con la destrucción de ecosistemas. Grandes multinacionales están implicadas en la deforestación de bosques vírgenes, como las selvas de Indonesia, que resultan arrasadas durante la producción de aceite de palma.

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Asimismo, Greenpeace recopiló y analizó la información científica que evidencia cómo los microplásticos, muchos de ellos procedentes de los productos cosméticos, no solo escapan a los filtros de las depuradoras y llegan al mar, sino que se están incorporando a la cadena alimentaria. Además, estos plásticos tienen la capacidad de atraer sustancias químicas y de liberarlas, lo que les convierte en una potencial bomba tóxica.

Así, la idea de belleza inmutable a la que es sometida la mujer por una sociedad sexista – según la cual, cuanto más acudamos a estos falsos elixires, mejor aceptadas seremos socialmente, y que es tan rentable para la industria cosmética y de la moda – perjudica gravemente a la naturaleza.

Una imagen estereotipada y publicitada de la mujer con el cabello largo y muy cuidado, perfectamente depilada, sin celulitis y, claro, bien maquillada y vestida. ¿Qué sugiere todo eso? La mujer solo resulta atractiva sexualmente si sigue las reglas impuestas por la sociedad, olvida su luz individual y su unicidad.

¿Por qué hay tanta presión social sobre la mujer? ¿Por qué deberíamos seguir los cánones de belleza escogidos por la sociedad patriarcal? ¿Quién, si no la mujer, puede cambiar esta realidad sexista e insostenible? Es ella la que puede ofrecer respuestas éticas. Ella, en sus hábitos cotidianos y de consumo, tiene el poder real de modificar las reglas sociales. De este modo, muchas ecofeministas deciden cortarse las largas melenas, vestir ropa de segunda mano y no maquillarse, o bien lo hacen, cuando quieren, usando productos ecológicos.

Las ecofeministas son mujeres que viven y consumen utilizando la cabeza, no privándose de su feminilidad, aunque reapropiándose de su cuerpo mediante una ritualidad cotidiana de limpieza y amor hacia sí mismas.

En la práctica, las ecofeministas deciden vivir su propia vida de manera sostenible para proteger a las generaciones futuras, incluidas aquellas personas que las ven feas y poco atractivas porque no irradian la sensualidad patriarcal. Valientes, ¿verdad? Es justo la valentía lo que realmente incentiva la innovación gracias al germen de ideas progresistas.

No acomodarse, sino mejorar, es la clave del progreso. Pero, más allá de nuestras capacidades, ¿qué puede pararnos? ¿Puede detenernos el temor de no ser aceptadas por una sociedad poco progresista?

Si el temor al rechazo social es lo que realmente nos detiene, deberíamos preguntarnos simplemente: ¿tengo afinidad con quien me rechaza?

¿Me interesa realmente el parecer de hombres y mujeres anclados en el pasado y con gustos desfasados? ¿Quiero vivir pasivamente conforme a cánones sexistas? ¿Quiero incentivar una economía consumista contaminante? Yo, personalmente, me pronuncio con un alto y claro “no”.

Digo “no” porque quiero vivir en sintonía con la naturaleza y con una feminidad real, no artificial. Quiero envejecer feliz, sin ocultar mis años ni mis arrugas. Y por ello decido concederme el lujo de no ser superficial, donando a las generaciones futuras el mejor de los regalos: mi esfuerzo por no contaminar gracias a elecciones de consumo responsable. Y a los hombres que me preferirían con tacones, maquillada, con pelazo y eternamente veinteañera, ¿sabéis qué os digo? Que me aburre soberanamente y no me interesa la banalidad de vuestro gusto, para nada en sintonía con la idea de progreso social a la que aspiro. Adiós al sexismo.

¿Te unes a la revolución ecofeminista? ¿Buscas información sobre menstruación sostenible? Al siguiente enlace, encontrarás toda la información sobre la copa menstrual.

Si quieres comprar una copa menstrual, puedes echar un vistazo a IrisCup en la sección del cuidado del cuerpo de yameplanto.com.